Comprar una vivienda hoy en día parece una labor imposible, al menos en España. En tan solo cosa de un par de años el valor de los inmuebles se ha elevado un 20%, con subidas anualizadas entre el 10 y 13% en 2024 y 2025, según las estadísticas publicadas. Esto, lamentablemente, puede dejarnos a muchos/as fuera de la ecuación a la hora de buscar nuestra primera vivienda, sobre todo, si lo que buscamos es una hipoteca sin aval. Ahora bien, antes de darlo todo por perdido te recomendamos que leas este artículo, ya que te explicamos algunos trucos que pueden servirte para lograr una hipoteca sin aval en España. ¡Vamos a ello!
Lo primero de todo, qué es un aval personal y por qué evitarlo
Un aval personal en una hipoteca es una garantía adicional que ofrece una tercera persona (el avalista) al banco para asegurar el cumplimiento del préstamo hipotecario. Si el titular de la hipoteca no paga, el avalista se compromete legalmente a hacerse cargo de la deuda, incluyendo intereses, comisiones y posibles costes judiciales. Este tipo de aval se solicita habitualmente cuando el banco considera que el titular no tiene ingresos o patrimonio suficientes para asumir el préstamo por sí solo, como ocurre en hipotecas jóvenes o con perfiles de riesgo. El avalista responde con todo su patrimonio presente y futuro, lo que significa que el impago puede afectar gravemente a su situación económica.
Avalar una hipoteca implica una gran responsabilidad, ya que no se limita solo al importe principal, sino a toda la obligación hipotecaria —razón por la cual te recomiendo evitar este compromiso al comprar un piso—. Es importante recalcar, así mismo, que el aval también puede ser material, es decir, en lugar de involucrar a una tercera persona se utiliza como aval un bien propio, como una vivienda o un vehículo, en caso de que la persona interesada en solicitar una hipoteca disponga de bienes materiales.
Requisitos para conseguir una hipoteca sin aval: ¿Cómo puedo hacerlo?
Conseguir una hipoteca sin aval en España es posible, aunque requiere cumplir ciertos requisitos más exigentes que las hipotecas convencionales. Aquí tienes una guía completa de lo que necesitarás.
Demuestra solvencia financiera
Los bancos exigen que la cuota hipotecaria no supere el 30‑35% de tus ingresos netos y que dispongas de estabilidad laboral, como un contrato indefinido y antigüedad mínima de uno a dos años. Si vas a dos titulares, suma ambos sueldos, siempre que las deudas totales estén bajo control.
Ahorra entrada y gastos
Solicita una hipoteca de hasta el 80% del valor de tasación o compra para evitar necesidad de aval. Además, mantén ahorrado entre el 20–30% restante para cubrir la entrada y costos de formalización (notaría, impuestos…). Recuerda, así mismo, que al comprar una vivienda de segunda mano tendrás que pagar el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales (ITP), cuyo valor suele ser el 10% del valor del piso. Eso sí, pueden haber reducciones autonómicas dependiendo de ciertos criterios, por lo que te recomiendo que lo revises en tu comunidad, antes que nada.
Refuerza tu perfil crediticio
Presenta un historial limpio sin incidencias en registros como ASNEF o RAI y demuestra capacidad de gestión económica. Ten en cuenta que tendrás que firmar un permiso al banco consintiendo que revisen esta información sobre ti.
Escoge bien la vivienda
Opta por viviendas de cartera bancaria (pisos del propio banco), ya que estas entidades suelen ofrecer financiación de hasta el 90–100% sin aval. Y no solo eso, las gestiones que se realizan con las inmobiliarias, en estos casos, no deben ser abonadas por el cliente ya que al ser “pisos de banco” son pagadas por las entidades financieras que los anuncian. Es decir, no tendrás que pagar las comisiones inmobiliarias, lo cual te permitirá ahorrar una mayor cantidad para tu entrada.
La solución más efectiva: contacta con un bróker hipotecario
Un bróker hipotecario es un intermediario profesional que actúa entre el cliente (comprador de vivienda) y las entidades financieras para conseguir las mejores condiciones posibles en una hipoteca. Su función principal es analizar el perfil financiero del cliente y buscar, negociar y comparar entre diferentes bancos la hipoteca que mejor se ajuste a sus necesidades y posibilidades. Estos profesionales cuentan con un amplio conocimiento del mercado hipotecario y relaciones directas con numerosas entidades bancarias, como es el caso de Brokers Finance. Gracias a esto, los clientes pueden acceder a ofertas exclusivas que no siempre están disponibles para el público general y negociar condiciones más favorables, como un tipo de interés más bajo, una menor comisión de apertura o mayor flexibilidad en la financiación e incluso una financiación de hasta el 100%, como en el caso del bróker mencionado.
Esta figura es especialmente útil para personas con poca experiencia en productos financieros, sin tiempo para realizar comparativas o con un perfil que podría considerarse de riesgo moderado (por ejemplo, autónomos o jóvenes con contratos temporales). Además, ayudan a simplificar el proceso, explicando todos los pasos, reuniendo la documentación necesaria y presentándola a los bancos de forma estratégica. Algunos brókeres cobran una comisión por sus servicios (normalmente al firmar la hipoteca), mientras que otros trabajan sin coste para el cliente, cobrando directamente de las entidades inmobiliarias con las que colaboran (en ese caso, el cliente debe pagar los gastos inmobiliarios). En resumen, un bróker hipotecario puede ahorrar tiempo, dinero y complicaciones, consiguiendo condiciones que podrían no estar al alcance del cliente negociando por su cuenta.